Ni la lluvia ni el frío del invierno lograron impedir que nuestros jóvenes se motivarán durante sus vacaciones a realizar actividades de servicio. En esta instancia, varios alumnos y ex alumnos pusieron todo su corazón y su espíritu para generar una instancia de ayuda y crecimiento personal, a través del trabajo, la Palabra, la entrega, la naturaleza y por supuesto, la oración.
Para Misiones y Trabajos fue un reencuentro desafiante con tareas que se habían suspendido durante los últimos años. Tanto la Misión llevada a cabo en Coínco, como las construcciones levantadas en Isla de Maipo, fueron fruto de la entrega radical de los alumnos y de la generosa Gracia de Dios. Lucharon contra la falta de experiencia, el frío y las tempestades que los acompañaron de principio a fin, para dar vida nuevamente al espíritu de servicio que tanto caracteriza a nuestro Colegio San Benito.
Desde Misiones, el ex alumno Martín Rosselot nos cuenta:
“Fue muy emocionante ver a los alumnos enamorarse de la experiencia de misionar. Llegamos a un lugar donde las personas nos acogieron en sus casas, querían estar con nosotros, asistían felices a los talleres y nos transmitían su gratitud. Pudimos hacer comunidad con ellos y hoy sentimos que hay una tierra muy fértil donde seguramente podremos continuar la misión durante algunos años”.
Desde Trabajos, la alumna de III° medio, Gracia Valdés nos cuenta:
“Para mí, Trabajos fue mucho más que construir una casa, es algo tan potente que mi razonamiento humano no logra entender por qué me apasiona tanto . Fue un espacio indescriptible en el que cada persona estuvo ahí por una razón. Todos éramos diferentes, pero hubo algo que nos unió, que fue el servicio a los demás y la entrega incondicional”.
Por otro lado, los Scout hombres y mujeres también vivieron experiencias muy gratificantes, pero no exentas de desafíos. Los hombres realizaron su campamento en Melipilla y las mujeres en Pumanque.
Después de varios años, contar con un campamento en invierno fue motivo de alegría, de gozo y mucha organización para que la lluvia no fuera un impedimento para vivir el ser scout en la naturaleza, buscando a Dios en la sencillez, en la naturaleza y en la comunidad.
La alegría de volver a vivir el campamento hace visible la sociedad alternativa que se busca vivir, una manera de vivir sin distractores, sirviendo a los demás y estando en contacto con Dios por medio de su creación.
Joaquín Gazmuri, alumno del del 8ºB nos cuenta:
“Mi experiencia con Dios en el campamento de invierno fue muy cercana desde la Ruta, ya que iba todas las mañanas a rezar con ellos por temas físicos. También miro mi experiencia comunitaria y veo que fue muy buena, porque el frío y la humedad eran factores que nos unió comunitariamente, ya que nos teníamos que ir animando y tirándonos para arriba”.
Amelia Paut Lyon, alumna de IV°C, nos comenta:
“Para mí, el campamento fue un campamento muy distinto y especial, porque siento que a pesar de las adversidades, todas estuvimos en comunión, viviendo la misma etapa. Éramos todas lobatas, todas guías, todas pioneras y todas rutas, una comunidad muy unida, como si fuera una sola sección. Se sintió mucho el cariño en la comunidad, entre las más grandes y las más chicas”.