Septiembre 2, 2024 Noticias

“¿Cómo hablar de sexualidad con los hijos?”

Charla para apoderados de 2° y 3° básico, dictada por María de los Ángeles Fernández.

Los tiempos han cambiado mucho, sus padres los educaron a ustedes para un mundo que ya no existe. En el mundo actual se han reducido los límites de la ética, en donde lo que yo quiero y lo que yo puedo hacer aparecen como lo verdadero. 

En la cultura y en la educación de los hijos ahora aparece un actor omnipresente conformado por las redes sociales, pantallas, medios de comunicación, la música, etc. Estos están enseñando a sus hijos el valor de la persona, enseñan sobre sexualidad, sobre compromiso, cómo se relacionan hombres y mujeres, qué significa ser hombre y mujer, etc. 

Entonces, más que preguntarnos si es necesario hablar ahora del tema, la pregunta real es ¿quién quiero que eduque a mis hijos? 

Si los papás no hablan, los niños aprenden de la cultura, que entrega mensajes fuertes, sistemáticos y coherentes, a través de las canciones, series, las noticias, etc. El 70% de los niños buscan información sobre sexualidad en internet. La sexualidad es un lenguaje que se aprende, por imitación, qué es lo que se espera de mí, qué es lo adecuado o no. Cuando no hay una parentalidad eficiente hablamos de hijos huérfanos de padres vivos.

A esta edad los niños tienen una curiosidad natural por entender los fenómenos naturales, buscan hablar de sexualidad, aunque no pregunten. El impulso sexual está latente, por eso este es un muy buen momento para hablar.

Lo que se educa es cómo quiere vivir mi sexualidad. Cuando yo no hablo, lo que hago es confundir a mis hijos. Los padres tienen que pensar qué es lo que quieren educar, para qué, cómo quiero educar. 

Como padres tenemos que mostrarles lo que es bueno y verdadero para mis hijos. Se educa en base a ideales, en el deber ser, sabiendo que las cosas no siempre resultan. La información les da un vocabulario que les permite expresar, es protección (información + formación). 

¿Qué aprende un niño(a) en su casa?

  • La experiencia del amor gratuito.
  • La experiencia de ser tratado con respeto.
  • La capacidad de ver a los otros merecedores de respeto.
  • A reflexionar sobre los efectos de mi conducta en los demás. 
  • Que mis dudas y preguntas son (o no son) atendidas.

¿Qué debo esperar como padre?

  • Cada niño reacciona distinto. A algunos les da risa, asco, nervios, etc.
  • El interés de cada niño varía.
  • Preguntan de lo que oyen y de lo que ven.
  • Hay niños que no preguntan. Hay que fijarse en lo que juegan y conversan.
  • Es importante hablar con los hijos, aunque no hayan preguntado.
  • Los padres deben estar preparados para responder preguntas y contar lo mismo muchas veces.

¿Cómo responder dudas y preguntas de los hijos?

  • Mostrarse tranquilo:
    • Atención con nuestra comunicación no verbal.
    • “Gracias por preguntarme”.
    • “Aunque me cueste, me encanta hablar contigo”.
    • “Siempre puedes preguntarme”.
    • No sobrereaccionar. La sobrerreacción de los papás hace que los niños dejen de hablar.
  • Devolver la pregunta:
    • Aclarar términos, contexto, conocimiento del niño, averiguar qué te quiere preguntar antes de darle la respuesta. 
    • ¿Qué sabes tú de esto?
    • ¿Por qué me lo preguntas?
    • ¿Por qué te preocupa?
    • ¿Quién te lo contó?
  • Lenguaje sencillo y claro:
    • Pensamiento concreto.
    • Evitar palabras ambiguas, por ejemplo, “semilla”.
    • Evitar verbos violentos. “Poner en vez de meter”.
    • Asegurarse de que el hijo entienda.
  • Claridad y verdad.
    • Saber lo que se quiere decir.
    • Decir la verdad.
  • Despersonalizar la respuesta.
    • No hablar de casos o personas concretas.
    • No hablar de mi propia experiencia ni de mi intimidad.
    • No invadir la intimidad del hijo.
  • Contenidos protectores.
    • La tarea fundamental de la paternidad es cuidar, entregando contenidos protectores. Por ejemplo, usar los nombres verdaderos para las partes del cuerpo.
    • Dar normas de lo adecuado.
    • Dar estrategias o instrucciones específicas.
    • Asegurarle que siempre puede preguntar, contar o pedir ayuda.

Hay que educar para el amor, reconociendo la dignidad propia y la del otro.